sábado, 16 de julio de 2011

La Novena

Una vez conocí al amor de mi vida. Le dije que le amaba y solo me dijo que yo ya estaba muerto. Ninguno de los dos sabía la estupidez en sus palabras: era muy evidente la veracidad de su afirmación. Hoy, acostado y sobre mis cobijas, sudaba en mi habitación mientras un bebe que ya conocía, no nacido aun, me visitaba. Venía acompañado. Entre sus brazos, una niña más pequeña se balanceaba. Pequeñas almendras ocupan el lugar de sus ojos. Era hermosa. Tan fea cómo su madre y tan hermosa como su padre. Podía ver su piel, podía ver cada uno de sus músculos y todas las gotas de sangre en sus venas y arterias. Era violeta, tal vez fucsia, nunca aprendí a diferenciar los colores. Solo cuando abrió su boca pude ver sus labios, y solo cuando me mostró sus manos pude oír su historia.

Rechazo, decepción, hipocresía, mentiras y corazones rotos, que tonta ella sin saber que su historia era la de todos los demás. Sin embargo no se callaba, tenía algo más por decir: un favor personal. Mis oídos rugieron. Un muerto más pidiéndome un favor mas, alguien debía enseñarles que los muertos están muertes y no deben hacer mas, alguien debía enseñarles también que hacer favores no era mi trabajo, que aunque ni yo ni nadie supiera cual era, ese precisamente no era y no por designación divina y superior, por simple deseo egoísta de no complacer si nadie me ha complacido a mí. Pero mis manos no fueron lo suficientemente solidas y su boca no era la fuente del sonido, taparle la boca no haría nada, yo era un tonto pensando que el origen de su voz era ella, de todos modos.

No deseaba estar viva. La entendí. ¿Quién querría hacerlo? Es una vida llena de mierda y aun si no la pisas, solo por estar vivo tienes que olerla. Pero no la podía ayudar y aun no estaba consciente que eso solo significaba lo mismo a no quererla ayudar. Matar es fácil, le dije, pero matar a alguien que no está vivo, no. No entendía, no entendió nada. ¿Cómo hablarle a alguien que no ha aprendido a hablar? ¿Cómo hablarle a alguien que se niega a escuchar? Ese es el verdadero problema, causa, cuerpo y consecuencia, en casi cualquier caso, la discrepancia entre el mensaje de un emisor y el mensaje del receptor, y más importante aún, lo que impedía que, yo especialmente, evitara que ella naciera siete años mas tardes.

Vamos, ¿Que iba alguien tan pequeño como yo a hacer? Las personas a mi alrededor, sus fantasmas, sus ángeles y ahora su descendencia no-nacida. Todo el mundo sobre mis hombros, sobre los hombros de un minúsculo gigante que nadie nota se está desmoronando lentamente. Una grieta en el corazón, dos en cada pecho y tres cada cabeza. Soy un monstruo. Lo veo en la borrosa reflexión de sus dos vibrantes almendras. Por eso lloran. Por eso siempre lloran todos a mi lado y por eso no hay historias felices, porque las historias felices solo están a lo lejos, donde yo no las puedo tocar y corromper con mis sangrientas manos. Todos deberían ocultar sus castillos de arena, estos pies no hacen sino derrumbarlos. Y soy bueno en ello. Ni vivo ni muerto lo iba a pensar alguna vez, pero si tengo una habilidad: manchar de negro lo que me rodea, escribir tragedias en cada página en blanco y lágrimas en cada cara sonriente.

Esta noche que se mueran todos y luego dejen de existir. Esta noche que la diminuta bebe viva, que nazca hoy mismo, se arrepienta de haber nacido y me odie desde ya sin haberlo hecho. Esta noche que se queme todo el café del universo y los adultos enloquezcan y exploten en una fiesta de confeti. Esta noche que se acabe el mundo mientras yo brindo desde mi cuarto solo, como siempre debí estar. Esta noche todos mis fantasmas se irán y dormiré en paz.

Como odio no estar más vivo tan solo para poder morir más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario